viernes, 10 de mayo de 2013

Relato fotográfico de un rincón del mundo


Miles de pueblos de Latinoamérica se erigen sobre el cordón montañoso de la Cordillera de los Andes. Similares y distintos al mismo tiempo. Todos ricos en recursos naturales y en la calidez de su gente. Cada uno con una identidad que sólo a ellos le pertenece. Latinoamérica es festiva, colorida, trabajadora, sufrida y luchadora, es tierra en movimiento, es sed y es agua. Es todo aunque no parezca nada.

Este es un cuento visual captado a través de un lente. Un relato de su gente; sus luchas, sus costumbres, su estilo de vida y sus expresiones artísticas, de sus paisajes; su flora y su fauna; de la historia de sus antiguas civilizaciones escrita con y sobre piedras. Este es el relato de un rincón del mundo olvidado por quienes decidieron que en el sur no se decide.


Niñez junto al río, ventanas que dan a la sierra, caminos de tierra y juguetes sin pilas. Aunque parezca que poco tiene todo lo tiene: los ojos curiosos y abiertos a lo nuevo, la sonrisa tímida y humilde de las grandes almas y la ropa secándose en la fachada. 

Vilcabamba, Ecuador.


Encanto mágico, mezcla de colores, olores y sabores, la comunión y el intercambio. Ellos cargan sus tesoros, los despliegan y dejan que surtan su efecto hipnótico sobre los transeúntes  Al caer el día volverán a sus casas,  para volver a abastecerse, para volver a abastecerlos.  

Mercado 10 de Agosto. Cuenca, Ecuador.


El fuego se asoma haciendo visibles las maravillas de la creación. No hay ojos sin luz, no hay seres sin agua, no hay melancolía sin estrellas, no hay utopías sin luna. De vez en cuando, mirándolo fijamente le doy las gracias.

Parque Nacional Tayrona, Colombia.


Transitan sendas imaginarias, cargan en sus lomos el peso de la subsistencia de quienes han elegido (o quizás no tanto) vivir allí dónde el río brama y el viento ruge. No existen las máquinas y el tiempo, varado en la gran ciudad, no ha llegado nunca a conocer este rincón de la tierra.

Iruya- Salta, Argentina


Saben que les pertenece y no les pertenece. Que está allí para ellos y para todos. Pero alguien les quiere quitar su tesoro: creen que allí hay un objeto que vale más que la vida de cualquier persona. La próxima mina se llevará el oro, pero también se llevará el agua pura, se llevará todo.

Cajamarca, Perú.


Los pinceles danzan, crean formas, dejan huella. De pronto la pintura nace del artista como nace un niño del seno de su madre y permanece allí ante los ojos de los caminantes. Ellos reciben el mensaje y lo transmiten. Permanecerá allí hasta que perezca, hasta que una nueva creación renueve el ciclo. Así como la vida que es nacimiento, transmisión de mensajes y muerte. 

Bogotá, Colombia.


Fe, devoción, ritos paganos que se mezclan con legados hispanos, danza y alegría. El ocaso y el solsticio se hacen uno. Brevajes que invitan a danzar, a celebrar, a recordar, a olvidar, hasta que la música ya no suene.

Copacabana, Bolivia.


Tiene el brillo especial en los ojos de quienes esperan y anhelan sin temor, una sonrisa con ventanas que dan directo al alma y las mejillas gastadas por el sol. Juega a ser caballero sin armadura y me hace cosquillas en el corazón.

Karajía, Perú.


Ellas se abocan a la labor artesanal de la creación. No es el dinero lo que las mueve sino la tradición. Utilizan técnicas que han quedado obsoletas para el mundo moderno. Tienen el poder y la magia de sus manos que jamás podrá ser superada por las máquinas.

Otavalo, Ecuador


¿Qué será aquello que analizan tan detenidamente? ¿Qué se dirán en su lenguaje?. Los monos capuchinos miran curiosos, no quitan la mirada de aquello que tienen frente a sus ojos. Me detengo a mirarlos; no deja de sorprenderme nuestra similitud. Ellos no notan mi presencia, están resolviendo un tema importante.

Puerto Misahualli, Ecuador.


Así como los cóndores a veces solo se necesita abrir las alas y lanzarse al vuelo, saltar hacia el vacío con la convicción de que nada malo va a pasar. Ellos no tienen miedo porque está en su naturaleza, no tienen miedo porque nadie les habló de la desilusión, la derrota o el fracaso. Simplemente siguen su instinto, porque la razón les fue asignada a los seres humanos -y que lidien ellos con eso-.

Arequipa, Perú.


Es bella y mueve sus caderas al ritmo de un tambor que late desde dentro de su cuerpo. Es mezcla de sensualidad que desborda y serenidad que la equilibra hacia el centro del su eje. Nadie, ni hombres ni mujeres, pueden resistirse a su embrujo. Todos comerán de la fruta del árbol prohibido.

Cartagena de Indias, Colombia.


Ellos hablan español, pero también hablan el Quechua y el Aymara. Los niños sabrán al menos dos idiomas. Sus abuelos, antes que las miradas curiosas llegaran a su tierra, no lo necesitaban. 

Lago Titicaca- Isla del Sol, Bolivia


Allí en donde las raíces son tan fuertes, la historia se encuentra institucionalizada. Esa tierra ya no es lo que era desde que hombres de extrañas vestimentas pisaron su suelo por primera vez. Pero ellos no olvidan de dónde vienen. 

Cajabamba, Ecuador.


Él no habla, no se mueve, está siempre allí, desde tiempos inmemorables. Nadie podría aseverar a ciencia cierta su nacimiento. Ha visto pasar caminantes durante siglos, los escucha, los siente sobre su cuerpo y sin embargo poco dice aunque de vez en cuando grita. Es majestuoso aunque no lo sepa. Y mientras lo miro recuerdo que debo respirar. 


Cotopaxi, Ecuador.

Brindar el arte porque sí, compartirlo, hacer para todos y no para uno, vivir conforme a las pulsiones. Está cansado, no ha sido fácil y los años dejan huellas en si piel y en sus huesos. Se hace tarde, pero es feliz. 

Quito, Ecuador.


Yo estoy allí pero ella me ignora. Estoy nerviosa, ella se mueve en calma, la calma de quienes saben que nada malo va a pasar. Porque así es el ciclo de la vida, porque ella está allí, cumpliendo con su misión, hasta que ya no tenga más nada que hacer.

Kuelap, Perú.


Ingreso al lugar, me atiende una señora de sonrisa paciente y un rostro surcado por las líneas de la vida. Solicito pan,  no tiene: la producción del día se le ha acabado. "Ya no amaso la misma cantidad que otras épocas", me explica mientras me extiende una galleta. 

Máncora, Perú.


Casas de adobe, montaña, silencio. El día, la noche y otra vez el día.

Yavi, Argentina. 


Allí en donde exista suelo fértil tira una semilla. Hazlo y no temas, ella y la tierra sabrán entenderse. Allí se producirá el milagro de la vida y no te preocupes, esa nueva vida estará bien. Ya no es tuya, nunca lo fue y nunca lo será.

Cabanaconde, Perú.

En el medio de la selva de cemento había un oasis. Allí todo parecía calmo. Allí ellos podían sacar sus libros, sus instrumentos musicales, sus armas de lucha contra el mundo de afuera. Una postal sub real , una dimensión paralela, el momento de desconexión, aunque sólo sea por un instante.

San Isidro-Lima, Perú.


Recordar a los pueblos originarios flameando en el corazón de la comunidad, recordarlos siempre y mirar hacia adelante, cuidarlos, nosotros somos ellos. 

Cuzco, Perú.


Espejismos y realidades convergen en un desierto de arena blanca. Allí estoy parada, vestida de negro. Giro y sólo veo kilómetros de extensa blancura. Soy un punto, un punto negro en una hoja blanca, nada más que un punto en un punto de la tierra.

Uyuni, Bolivia.


Se seca en el suelo, cambia de colores mientras pasan los días: verde, rojo, marrón. Su aroma invade el lugar. No vino de la tienda de abarrotes, sólo ellos lo procesaron para dejarlo a nuestra disposición en el cuarto en donde habitábamos  Agradezco a la tierra por permitirme disfrutar de eso que nos da. Agradezco a ellos por enseñarme a entenderla.

Vilcabamba, Ecuador.


La historia se mantiene viva en cada una de sus piedras. Mientras camino los veo. Los veo cargando piedras, los veo entregándoles ofrendas a la tierra, danzando a la luna, pidiéndole al sol. Siento la energía que aún existe en el lugar. Levito hasta la cima entre sueños y realidad: lo veo desde arriba ¿que será aquella estela de luz que lo rodea?.

Macchu Pichu, Perú.

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