Muchos días me la paso haciendo y deshaciendo sobre un
documento de Word. Creo que me convertí en un autómata del borrado. Presiono la
barra espaciadora y enseguida me desdigo con el “backspace”. Esa tecla
representada con una flecha apuntando en sentido opuesto a las letras, que me
recuerda que todo el tiempo vuelvo atrás.
¿Por qué arrancar un proyecto con tanta ambición y dejarlo a
la deriva unos pocos meses después? ¿No creía yo que escribir era lo que me
gustaba hacer? ¿Descubrí que no me gusta o simplemente no sé de dónde sacar las
ideas? Como no quiero perder el
optimismo, prefiero elegir la última opción.
Pienso que la inspiración sale de las experiencias, de la
contemplación y de resignificar determinados hechos a partir de una visión más
detallada de los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor. Pero, ¡que
poco me inspiro en estos días rutinarios! De casa a la oficina y de la oficina
a casa. Del culo en la silla al culo en la cara.
La última historia decente que se me ocurrió fue a partir de
un vuelo, observando a la Cordillera de los Andes y al sol caer detrás, por la
ventana de un boeing 747. Ese cuento no tuvo nada que ver con mis experiencias
vividas en ese viaje, pero en ese momento, a partir de la contemplación de ese
nuevo espacio, mi cabeza empezó a atar cabos que me permitieron llegar a una
breve ficción.
Todo esto me lleva a creer que para seguir dándole vida a esta
pasión debo moverme en otro sentido. Poder funcionar sin el freno de mano.
Poder generar cambios radicales en mi experiencia cotidiana que me resulten
productivos y nutritivos para llevar a cabo la hermosa tarea de escribir.
Volviendo a la idea principal, transformar esa tarea
autómata del “espacio-borrar” en algo positivo. Me pareció una buena idea darle
un concepto a ese conjunto de acciones, dado que ese concepto me dibujó un mapa
para una posible salida de este laberinto. El espacio-borrar puede también
significar el borrado del espacio, con un simple enroque de las palabras.
Si este espacio donde me desenvuelvo día a día no me da
respuestas, creo que es hora de modificarlo. Borrar ese espacio para ir en la
búsqueda de otros nuevos. Tan grande es el mundo, tan diversos los paisajes y los
ritos creados a partir de las distintas creencias culturales, que no me puedo
quedar sólo con lo que hasta ahora he decidido vivir. El 2014 espera que le
propongamos desafíos distintos, y en eso andamos los infinitos.
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