“Me ofusqué. Eso que vi me molestó de tal manera que no me
quedo otra opción más que indignarme. Inmediatamente seguí mi camino,
malhumorado, rumbo a mi destino. Al llegar, ya me había olvidado de aquello que
despertó en mí ese sentimiento de odio y rechazo.”
Un día me detuve a pensar unos minutos acerca de las veces en
las que nos indignamos con ciertas cosas sólo por un instante, para luego
seguir con nuestras vidas. Y ese enojo o sensación de molestia no genera ningún
tipo de modificación en nuestras actitudes ni moviliza cambios que sirvan para
eliminar o apaciguar aquello que nos enfadó.
La pregunta que me surge ante esto es: ¿la indignación
inconducente es perjudicial para la raza humana? Muchos de ustedes pueden estar
pensando que sí, mientras otros pueden estar intentando comprender porque a
este boludo que escribe se le ocurrió plantear este tema. Pero la verdad
amigos, es que yo creo que la indignación inconducente no siempre es mala. Incluso
creo que es bueno que exista en algún punto.
Hace ya algunos días que escucho en la radio y veo en la
televisión una publicidad del desodorante masculino Axe. Creo que siempre odié
a las campañas publicitarias de ese producto. Sexistas al extremo, básicas a
la enésima potencia y reductoras de las capacidades del ser humano para el
cortejo y la conquista del sexo opuesto (está claro que hasta ahora no se ha
inventado el desodorante para homosexuales, o al menos las publicidades no nos
indican que los efectos aromáticos puedan atraer al mismo sexo).
Quizás piensen que me molesta porque soy un resentido que,
al ver la facilidad con la que los hombres del comercial conquistan mujeres, los envidia. Puede parecer que la carencia de esas cualidades en mí generan ese sentimiento hacía ellos. Pero sinceramente creo
que esto es más complejo y va mucho más allá.
Cuando comenzaron con el relato que indicaba la existencia
de dos fragancias, una para levantar pendejas y la otra para levantar
veteranas, sentí realmente que se nos estaban riendo a todos en la cara. Pero
lo peor fue cuando tuve que escuchar que “nada le gana a un astronauta”. ¿De
enserio? La iniciativa de llevar a un hombre al espacio a lo Homero en el
capítulo de la inerte barra de carbón no me parece mal. Pero, ¿realmente un
astronauta es excitante para el sexo femenino?
Una encuesta a un reducido grupo de mujeres me arrojó como
resultado que la afirmación publicitaria que nos compete es una tremenda idiotez.
Al analizar que estaba obteniendo los resultados esperados, decidí no continuar
con mi acotado estudio de campo. Y es aquí donde la indignación inconducente nos
muestra su gran utilidad. ¿Para qué iba a avanzar mucho más sobre este tema tan
superfluo? El día que me vean cortando una calle y protestando contra la falacia
del incremento de polvos anuales de un hombre que supo ser astronauta, les pido
encarecidamente que me maten.
Por eso pienso que lo que denomino "la indignación inconducente" puede ser buena en ciertas ocasiones. Con la cantidad de huevadas con las que
nos molestamos, sería realmente insoportable que decidiéramos tomar medidas serias
para cada uno de los casos. Lo mejor sería indignarse menos con ciertas cosas y
atender aquellos problemas que realmente nos afectan. Y en esas circunstancias,
conducir nuestras acciones hacía un lugar que nos haga mejores como sociedad.
Ya no queda mucho más para agregar. Si no les gusto la publicación,
los invito a indignarse inconducentemente por un momento, para luego seguir con
sus vidas como si nunca la hubieran leido.
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