sábado, 2 de noviembre de 2013

La mágica ciudad de Cuenca.

Cuenca es una ciudad al sur del Ecuador que no puede ser definida en una sola palabra. Porque Cuenca es una y muchas cosas al mismo tiempo. Me pregunto de dónde provendrá esa fuerza mágica que invita a caminarla y querer descubrirla todo el tiempo. Ni sus dos mil quinientos metros de altura agotan al caminante, ni su cerrado cielo espanta.

Antiguos edificios de estilo colonial le dan un tizne de ciudad bohemia. Techos de tejas, balcones y ventanas con rejas bailan enredándose en firuletes remontándonos a las épocas de nuestras mazamorras. Cuenca es colonia que se mezcla entre mercados de frutos y panaderías serranas. Cuenca es ciudad pero también es pueblo, es asfalto y canto rodado, es antigua y es moderna, es pintoresca y  es un rompecabezas de retazos.

La Cuenca colonial
Sierra, río y parques verdes y frondosos se extienden dentro y alrededor de ella. Sitios que se hacen uno con la arquitectura de la colonia y permiten a sus habitantes escapar hacia el contacto con la naturaleza se emplazan en distintos puntos de la ciudad. 

La paz de la sierra, su ritmo lento, su gente sumisa, sus calles desiertas los domingos le dan una mística especial. La mezcla de colores que se apagan con la constante nubosidad del cielo, el aroma a chocolate caliente por las calles y el clima fresco crean fantasías de frazadas y escarpines. Y en el medio de todo ésto, sueños, días grises de eterna felicidad y días grises de los más grises. 

La Cuenca verde.

Cuenca coqueteó con mis sentidos y con mi mente, con mis emociones y mis sentidos. Y yo, me uno a su juego y danzo al ritmo de su caprichosa voluntad.

Noche en Cuenca.



No hay comentarios:

Publicar un comentario